El gobierno ha usado la fuerza pública y la de la palabra en contra de sus movilizaciones, pero a pesar de ello los maestros disidentes continúan avanzando en todo el país rumbo a su objetivo.
Ellos responsabilizan al gobierno estatal y federal por lo que pueda pasarles.
En un intento por detenerlos, las autoridades les han ofrecido mejores salarios y la interrupción indefinida de la aplicación del examen de evaluación docente, que es una de sus principales peticiones.
Pero la Cámara de Representantes exigió que la prueba no sea cancelada, por considerar que es doblar las manos ante los inconformes y calificando la medida de chantaje.
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El presidente Enrique Peña Nieto ha preferido no hablar del tema, diciendo que las respuestas las tiene la Secretaria de Educación Pública.
Mientras tanto, los profesores que marchan en las calles, destruyen oficinas y prenden fuego a la papelería electoral, revelan que aun y con esa decisión no se detendrán hasta que el gobierno cubra la totalidad de sus demandas.
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Los maestros anticiparon que sus protestas se extenderán por todo el país y adelantaron que además de provocar caos vehicular en la capital, tienen previsto tomar la plancha del zócalo y el aeropuerto.
Por su parte, quienes sufren los embates de la inconformidad reprueban estos actos que los están dejando sin circular, sin tranquilidad y hasta sin gasolina, ante la toma de instalaciones de Pemex.
Pero las protestas siguen sin que nada ni nadie pueda pararlas, y el Instituto Nacional Electoral ya se prepara para montar sedes alternas en caso de que los profesores cumplan su amenaza y no dejen instalar las casillas.