Una antropóloga está comprometida con reivindicar la identidad de los puertorriqueños, una pasión que descubrió a los 7 años, mortificada en parte, por uno de sus nombres.
“Sentía que era un nombre, Cruz, la cruz del calvario, la cruz de Jesús, un nombre un poquito pesado, no”, aseguró Eileene Cruz Tejada, maestra universitaria.
Eillene recuerda que cuando su papá se enteró que tenía esta mortificación con su nombre intermedio, le hizo una revelación.
“Me dice, Cruz es el nombre de mi mamá, y yo dije de tu mamá”, recordó Eileene.
Aunque solo era una niña sabía que, de ella, poco o nada se hablaba.
“Y dónde está enterrada, no sabemos, y por qué, cómo va a ser eso”, dijo Eillene.
Constantes preguntas por resolver la llevaron a obtener un doctorado en antropología y cambio social.
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De ahí, aseguró que parte de su misión es refutar verdades impuestas sobre la identidad puertorriqueña, como que son una mezcla de europeos, tahinos y negros.
Y rescata lo que explicó son sus verdaderos orígenes, antes de la colonización española.
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“Los puertorriqueños nacimos de una alianza de los tahinos, la gente indígena del archipiélago que es Puerto Rico y la alianza con los africanos”, afirmó Eillene.
La bomba, baile tradicional de Puerto Rico que ella misma hace vibrar tocando el barril vuleador, aseguró es una expresión de esa alianza que hubo entre los indios tainos y los negros.
“Se metían a liberar a los esclavizados, se los llevaban, hacían sus alianzas para pelear contra los españoles”, dijo Eillene.
Pero además, tradiciones como las de los tainos no son solo un aspecto del pasado, pero que nos deberían hacer pensar sobre nuestro presente y futuro.
“Es una cultura donde la mujer era poderosa, no como ahora”, añadió Eillene.
Una sociedad matriarcal.
“El hogar era diferente, no a lo que es hoy con el machismo, era comunidad, y esa comunidad está conectada con la tierra, con el mar, o sea con la naturaleza”, afirmó Eillene.
Así, dando visibilidad a estas historias veladas y ocultas, la doctora Tejeda confía en que nos acercaremos a la libertad que da conocer nuestra verdadera y rica identidad, alejada de lo que nos impusieron.
“Más ver el racismo aquí en los Estados Unidos, y el maltrato de la mujer, que sigue el maltrato de la mujer, dije no, hay que aprender de estas historias para sanarnos”, aseveró Eileene.