En medio de una gran tensión, episodios de violencia y quema de boletas, México vivió una histórica jornada electoral este domingo para renovar los 500 escaños de la Cámara de Diputados, gubernaturas en nueve estados y cientos de alcaldes y legisladores locales.
Aunque las autoridades electorales confirmaron la instalación del 99.95% de las 148,000 casillas, el fuego y la sangre marcaron los comicios.
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La Organización de Estados Americanos (OEA) retiró a sus observadores electorales de Oaxaca.
En Guerrero, por otra parte, no se había emitido ningún voto cuando comenzó una batalla con piedras y palos.
Maestros y estudiantes disidentes querían llevarse una casilla electoral en Tuxtla Guerrero para quemarla, pero los habitantes que sí querían votar no se los permitieron.
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Local
Eventualmente comenzó la votación bajo vigilancia, con barricadas de fuego de los pobladores y helicópteros de la policía federal.
Antes de eso, estudiantes, maestros y padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa contrarios a las elecciones, quemaron casillas y boletas.
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En Xolapa, Guerrero, el saldo de la tensión fue de 16 muertos. Dos grupos de policías comunitarios opuestos a las elecciones se enfrascaron en una balacera por el control de la población.
El gobierno desplegó a 400,000 agentes de seguridad en las zonas de tensión, pero aún así, en poblaciones de Oaxaca y Chiapas grupos disidentes también quemaron casillas electorales.
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En Chiapas fueron arrestadas 11 personas por quemar urnas y boletas electorales.
Sin embargo, en la mayor parte del país la votación transcurrió en calma.
Los primeros resultados se comenzarían a conocer la noche del domingo.
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Entretanto, muchos mexicanos están decepcionados con los políticos y, por tanto, desmotivados para acudir a votar.
Escándalos de presunta corrupción, asesinatos de candidatos o personas vinculadas a las campañas electorales, e injusticias constantes son parte de lo que ha hecho crecer la incredulidad de los votantes.
Hay quienes no creen que nada cambiará, lo cual se traduce en apatía electoral.
Y mientras los partidos tradicionales siguen pugnando por el poder, han surgido candidatos ajenos a la política, desde futbolistas y actores hasta payasos que ofrecen algo nuevo.
En resumen, la sociedad pide un cambio, una reestructuración del poder que incluya rendición de cuentas.
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