Más muertes y devastación en Filipinas

TACLOBAN- El número de muertos por el tifón "Haiyán", que arrasó el centro de Filipinas, supera ya los 1,700, según fuentes oficiales, y no deja de aumentar casi al mismo ritmo que la desesperación entre los supervivientes que sufren escasez de agua potable, comida y no encuentran cobijo. Según el Gobierno filipino, un total de 1,744 personas han muerto hasta el momento, aunque datos extraoficiales e informes de campo hablan de decenas de miles de fallecidos. Naciones Unidas, por su parte, estimó en más de 10,000 el número de víctimas mortales provocadas por el tifón que hace cuatro días arrasó las provincias centrales del archipiélago. El Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres filipino prosigue con el lento recuento oficial en su último informe publicado en el que también habla de 2,487 heridos. Cerca de 10 millones de filipinos se han visto afectados por los estragos creados por el tifón, bautizado como "Yolanda" por las autoridades locales, de los cuales al menos 660,000 son desplazados, según el recuento del órgano gubernamental. Además de Taclobán, la capital de la isla de Leyte, donde se estiman que solo en la ciudad hay unos 10,000 muertos, por la región hay infinidad de poblados pequeños totalmente incomunicados a los que la ayuda humanitaria aún no hay llegado. "A medida que tenemos más acceso (a otras zonas) encontramos más y más gente muerta por el tifón", declaró John Ging, miembro del departamento humanitario de Naciones Unidas, en la sede del organismo. Los equipos de limpieza se afanan por retirar los amasijos de cables, árboles caídos y toneladas de escombros de las carreteras para que lleguen los camiones que distribuyen comida, agua potable y tiendas de campaña como refugio provisional. Precisamente, la escasez de bienes de necesidad primaria ha creado un clima de histeria entre los supervivientes que, hambrientos y sin nada que beber, deambulan por las carreteras de la región. Madres con bebés en brazos y niños harapientos forman parte de las decenas de miles de afectados que hoy suplican por alimentos y agua en las zonas devastadas. La mayoría de los residentes tienen que dormir bajo la lluvia a la intemperie y hacer largas colas entre las inundaciones para obtener el arroz que reparten los soldados, al tiempo que se han repetido los saqueos de las tiendas que quedan en pie ante la desesperación y falta de comida. El portavoz de Defensa Civil filipina, Reynaldo Balido, declaró que el restablecimiento del orden en Tacloban y otras áreas es una de las "principales prioridades", mientras la Policía Nacional y el Ejército han enviado a la zona efectivos de refuerzo para asegurar la paz y el orden. Para socorrer a las víctimas y lograr el restablecimiento de la normalidad, el portaaviones USS George Washington, flanqueado por otros barcos de la Armada de Estados Unidos y el buque de guerra británico HMS Daring, se dirigen hoy a Filipinas. Son parte de la ayuda internacional que llega con cuentagotas a la zona afectada, y que también se ocupará de buscar a posibles supervivientes. De hecho, las agencias humanitarias de la ONU hicieron hoy un llamamiento para conseguir 301 millones de dólares para desarrollar la respuesta de emergencia durante seis meses en Filipinas. Estas iniciativas se producen después de que la jefa de ayuda humanitaria de la ONU, Valerie Amos, solicitara la colaboración de la comunidad internacional. Previamente, la Unión Europea (UE) activó su mecanismo de protección civil para coordinar la ayuda humanitaria sobre el terreno afectado, iniciativa que se suma a unos 4 millones de dólares que el bloque destinó a la zona. Y el papa Francisco, que el domingo pidió rezar por las víctimas y pidió que llegara "ayuda concreta" a los damnificados, también dispuso de una primera donación de unos 200,000 dólares, que será distribuida a las iglesias católicas locales. En tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció hoy un cargamento de medicinas para cubrir las necesidades básicas de 120,000 personas durante un mes y suministros para 400 intervenciones quirúrgicas. La deforestación, la proliferación de yacimientos mineros ilegales, la escasez de infraestructuras y el chabolismo incrementan los efectos devastadores de las lluvias y los frecuentes tifones que afectan Filipinas durante la época del monzón.

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