Mucho ha pasado desde hace un año cuando la pandemia afectó a millones de negocios a lo largo del estado.
Aunque muchos tuvieron problemas económicos y estuvieron a punto de cerrar sus puertas definitivamente, lograron salir adelante gracias a su ímpetu y esfuerzo.
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Zoila López, dueña de la guardería Little Angels en San José, estuvo a punto de perder su negocio debido a la pandemia.
De tener 14 niños, pasó a tener solo 5 y su lista de espera quedó en blanco, sin embargo, un año después, mientras se reabre la economía y los niños empiezan a regresar a los jardines infantiles y centros de cuidado, ahora López ve con esperanza su futuro.
"Gracias a Dios ya tengo a dos niños nuevos inscritos y estoy esperando a que otros niños hijos de maestros regresen al daycare ya que el 21 de marzo los niños regresan a las escuelas", aseguró Zoila.
Víctor Aguilera, también debió reinventarse cuando fue despedido del restaurante en el que trabajaba.
Para obtener dinero, Víctor se las ingenió y a bordo de su bicicleta emprendió un negocio que nunca imaginó que rendiría frutos.
Local
EL joven venezolano creo su compañía “Arespas en bici”, y empezó a vender comida venezolana puerta a puerta en San Francisco.
Su menú fue creciendo, desde arepas a tequeños, empanadas, cachitos o croissants.
"Antes estaba haciendo una orden al día, tal vez dos a la semana al empezar. Al principio del año recibiendo si a caso 10-15-20 órdenes al día", dijo Víctor.
Actualmente, Víctor tiene gran cantidad de clientes que disfrutan de la gastronomía venezolana.
Así como Víctor, Rubén Gómez, emprendió su propio negocio desde la cocina de su casa.
Bori Sweet ofrece deliciosos postres caribeños que endulzan el paladar de muchos en San José.
"Ya es un negocio que llegó para quedarse, ahora es simplemente buscar la expansión. Seguimos trabajando del hogar y la cocina se queda chiquita jaja", aseguró Rubén.
