La organización Hijas del Campo está apostando por una solución más inmediata para enfrentar la crisis de vivienda que afecta a cientos de campesinos en el condado Contra Costa.
Se trata de casitas prefabricadas equipadas con cocina, refrigerador, lavadora, baño, y un cuarto.
La familia de Yesenia Saavedra es una de las beneficiadas por el programa llamado “Las Casitas”.
“Pues este es mi nuevo hogar y me siento muy contenta. Me encanta, tanto a mí como a mis hijas”, aseguró Yesenia.
Ahora Yesenia y sus hijas cuentan con comodidades que no tenían antes.
“Mis hijas no tenían dónde dormir. Ahora gracias a Dios mis hijas tienen dónde dormir. Tengo dónde dormir yo. Antes era un cuartito pequeño, vivíamos muy saturadas ahí”, indicó Yesenia.
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El hacinamiento fue un problema revelado a nivel estatal sobre las condiciones precarias que afectan a los campesinos en California, según un informe del gobierno estatal de 2024.
“Se esfuerzan tanto a que nosotros tengamos alimentos en nuestros platos, y también merecen tener un espacio digno, una vivienda digna”, dijo Dorina Moraida, cofundadora de Hijas del Campo.
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Las casitas están ubicadas en el condado Contra Costa, en terrenos propiedad de un ranchero que permitió instalarlas para beneficio de sus propios trabajadores.
“Nos ha prestado su propiedad que no está en producción. Entonces algo bello de este proyecto es que también estamos conservando la tierra y no estamos quitando de producción”, aseveró Moraida.
El objetivo es que sirvan solo de vivienda transicional mientras el campesino se estabiliza. Además, les ayudan con asistencia médica y financiera.
“Una plataforma para que ellos puedan en ese tiempo que viven en la casita ir ahorrando su propio dinero para que en un futuro puedan usar ese dinero para el depósito en otra casa”, explicó Moraida.
En su fase inicial solo han instalado 4 casitas por ahora, pero Hijas del Campo destacó que, muchas veces los proyectos habitacionales a gran escala tardan años, mientras que estas soluciones más pequeñas tienen un impacto inmediato.
Todas las casitas cuentan con energía solo para obtener electricidad y el agua la reciben de un pozo por lo que no pagan nada por estos servicios.
Cada casita cuesta entre $38,000 a $48,000 y ya están en conversaciones con otros rancheros para expandir el programa. Esperan motivar a otras organizaciones y a donantes a impulsar esta iniciativa.
“Sí es posible crear una vivienda digna con espacio y todavía poder conservar la tierra, el sistema de alimentos y seguir ayudando a la economía”, dijo Moraida.