Hace un año autoridades de salud del Área de la Bahía emitieron una orden de encierro preventivo por tres semanas luego de reportarse los primeros 270 casos positivos de COVID-19 en la región.
Nadie se imaginó la magnitud, ni la gravedad de lo que ocurría a medida que el mortal virus se esparcía rápidamente.
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La alcaldesa de San Francisco anunció el cierre de los negocios no esenciales, mientras que autoridades de salud emitían medidas sanitarias en un esfuerzo por controlar la pandemia.
Sin embargo, estas acciones causaron pánico y temor entre los residentes quienes comenzaron a realizar compras nerviosas.
Supermercados, tiendas minoristas y otros establecimientos de ventas de insumos empezaron a reportar escasez de alimentos, papel higiénico, agua, huevos, batería entre otros. Hasta ese momento nadie sabía a lo que nos enfrentábamos.
Poco a poco las calles de la Bahía fueron quedando desoladas, pocos eran los que se arriesgaban a salir y muchos preferían quedarse en sus hogares ante el miedo de resultar contagiados.
Sin embargo, a un año del caos y de la incertidumbre las cosas fueron mejorando y con la llegada de la vacuna los casos de COVID-19 disminuyeron, pero a pesar de esto, autoridades aún piden a los residentes que no bajen la guardia, ya que el virus todavía se encuentra entre nosotros.
