Sabor a Comunidad: Restaurante Puerto Alegre

En toda comunidad existen lugares con los que uno se identifica y entre ellos están algunos restaurantes que nos hacen sentir en casa.

Los propietarios van más allá de lo esperado y tratan de una forma u otra ayudar a los inmigrantes que más lo necesitan.

Una pareja que desde México llegó a San Francisco hizo eso mismo y ahora son muy queridos por la comunidad.

Todo inicio en México un 14 de febrero de 1957 cuando Ildefonso de 28 años y María del Refugio Vigil de 24 decidieron unir sus vidas.

"Los 62 años que tuvimos casados fuimos muy felices", dijo María.

Llegaron a San Francisco con maletas llenas de sueños y esperanzas, pero su comienzo fue muy difícil.

"Desde que llegamos aquí siempre fue puro trabajar", dijo María.

Un mes después, la primera de cinco hijas e hijos nació en los Estado Unidos. Pero también nació la inquietud de comparar un restaurante e Ildefonso lo hizo con sus hermanos.

Después, Ildefonso compró su primer restaurante al que nombro “Puerto Alegre”.

"Nos fue mal porque lo robaron, dio 15 mil dólares", dijo María.

La estafa no impidió que Ildefonso y su esposa abrieran las puertas de su restaurante. Sus hijos e hijas también formaron parte del nuevo proyecto.

"Tenemos todos un recuerdo de que nos ponían a cortar el menudo y para que no nos cortáramos, mi papa hizo una contracción de una madera con filas para envolver el menudo y con el cuchillo filoso cortarlo y las tiras también para que no nos cortáramos los dedos", dijo Amparo Vigil, hija de Ildefonso y María. "Así de verdad nos ponía a hacer cosas".

Ildefonso también era un hombre entregado a la comunidad. Amparo dice que él nunca fue a la escuela, pero les enseño a trabajar.

Tambien habla de lo bondadoso que era, que le dio trabajo a una madre soltera inmigrante con dos hijos.

"Cuando llegó con mi papa, le pregunto, '¿Sabes cocinar?' y dijo que si y bueno 'Ve y ponte el mandil' y le dio el trabajo de cocinera y esa señora se quedó con nosotros casi 25 años", dijo Amparo.

Ildefonso cambiaba cheques aún sin conocer a las personas, regalaba comida a quienes más la necesitaban y ofrecía trabajo para ayudar a muchos inmigrantes.

"Nunca le gustaba decir que no. Llegaban a pedir trabajo y si no tenía le decia yo: 'tumba lo que está hecho para darles trabajo a los que no tienen'", dijo María.

Ildefonso vivió hasta casi los 90 años. Dicen era un hombre alegre y le gustaba visitar los puertos y por esa razón, nombró a sus restaurantes "Puerto Alegre," un lugar que tiene sabor a comunidad.

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