“Voy a reducir la violencia”

MEXICO -- El próximo presidente mexicano ha prometido audazmente reducir a la mitad el número de secuestros y asesinatos durante su sexenio de gobierno, alejándose de los vistosos golpes contra los cárteles y enfocándose en proteger a los ciudadanos comunes de los secuestros, extorsiones y homicidios.

Más allá de eso, Enrique Peña Nieto dijo muy poco sobre su estrategia contra el crimen en los tres meses de campaña presidencial que culminaron con su victoria el 1 de julio. Esa ambigüedad ha alimentado los temores dentro y fuera del país de que planea hacerse de la vista gorda si los cárteles trafican drogas hacia el norte sin ocasionar violencia en México. La ambigüedad también ha dejado a muchos observadores preguntándose si Peña Nieto se está reservando elementos políticos sensibles de su plan o simplemente no sabe con precisión cómo poner en marcha la siguiente etapa de la guerra contra el narcotráfico en el país.

Parte de la respuesta podría estar en las conversaciones entre Peña Nieto y algunos conocidos que incluyen al congresista federal por Texas Henry Cuéllar, quien dijo a The Associated Press que el virtual presidente electo ha hablado de una nueva ofensiva contra bandas locales y pequeñas que han prosperado en muchos estados y obtienen dinero secuestrando y extorsionando, además de traficar drogas.

La guerra que lanzó el presidente Felipe Calderón hace cinco años y medio contra los grandes cárteles ha sido criticada porque ha fracturado el control territorial y las rutas del trasiego, además de provocar la creación de grupos delictivos menores como La Línea, en el estado de Chihuahua, y La Barredora, en el puerto de Acapulco, que ven en los ciudadanos comunes su principal fuente de ingresos.

"En México hay cárteles de la droga y luego organizaciones regionales que están aprovechando lo que sucede ahí", dijo Cuéllar. "Esto es a lo que él (Peña Nieto) se refiere con reducir la violencia, ir tras quienes en realidad están lastimando, atacando y secuestrando gente".

Cuéllar, quien se ha reunido con Peña Nieto varias veces en Estados Unidos y México, enfatizó que el hombre que asumirá el cargo de presidente en diciembre ha dicho que también irá tras las organizaciones grandes, como los Zetas o los cárteles de Sinaloa, los rivales que se han vuelto los grupos criminales dominantes en México.

"Me ha dicho que irá por todos", indicó Cuellar. "El dijo, son los cárteles de las drogas y las bandas, y voy a reducir la violencia".

Esta semana, Peña Nieto repitió que seguirá con la lucha de Calderón contra los cárteles y dijo ante audiencias mexicanas y extranjeras, particularmente senadores y congresistas estadounidenses preocupados, que este nuevo enfoque no significan acuerdos secretos con los grupos criminales a cambio de reducir la violencia que ha matado a más de 47.500 personas desde finales de 2006.

"Vamos al combate eficaz contra los capos, contra los jefes de los carteles, pero también evidentemente en un rediseño que permita bajar la violencia," dijo Peña Nieto el lunes a un pequeño grupo de reporteros.

A lo largo de la campaña presidencial, el oficialista Partido Acción Nacional sugirió que un triunfo del PRI podría traducirse en pactos con el crimen organizado, lo que rechazó Peña Nieto inmediatamente. "No hay ni tregua, ni pacto con el crimen organizado", dijo al repetir una frase que dijo la noche del domingo al asumirse como el triunfador de las elecciones.

El partido de Peña Nieto, el Revolucionario Institucional (PRI), gobernó México durante 71 años seguidos hasta el año 2000, y está acusado de corrupción sistemática que incluyó sobornos de capos de la droga a cambio de protección.

A pesar de los firmes desmentidos del priista, muchos electores dijeron el domingo que votaron por el PRI en parte porque creen que con su regreso volverán esos acuerdos "bajo la mesa", con una reducción de la violencia como resultado.

Entre los escépticos por el regreso del PRI está el senador John McCain, de Arizona, quien felicitó a Peña Nieto por Twitter seguido por un "Será interesante ver cómo aborda el tráfico de las drogas y otros temas de preocupación mutua".

Un día después, Peña Nieto agradeció a McCain y en respuesta tuiteó que "En la lucha contra el narcotráfico, tarea innegable del Estado mexicano, buscaremos resultados inmediatos".

Peña Nieto ha telegrafiado algo de apertura a nuevos enfoques a la lucha antinarcóticos, al decir durante la campaña y nuevamente esta semana que está a favor de un debate en la legalización, aunque él personalmente se opone a la idea.

Sin embargo hasta ahora, las pocas propuestas concretas señalan más hacia la continuidad que hacia el cambio.

Desde su victoria el domingo, Peña Nieto ha repetido una promesa de campaña de construir una fuerza policiaca paramilitar de 40.000 miembros que su gobierno enviaría a las áreas más afectadas por el crimen organizado.

La creación de la fuerza parece al menos en parte encaminada a mitigar las críticas de la abrumadora dependencia de Calderón en el ejército y la armada para enfrentar a los cárteles. Grupos de derechos humanos y expertos en política dicen que esto ha provocado violaciones a los derechos humanos, un énfasis excesivo en la fuerza y el retraso de la conformación de una fuerza policiaca civil capaz.

Sin embargo, los nuevos gendarmes de Peña Nieto en su mayoría serían reclutados de las filas de las fuerzas armadas, levantando dudas de si el plan es simplemente vestir a los militares con un nuevo uniforme.

El presidente electo ofreció el lunes un nuevo detalle de la propuesta Gendarmería Nacional, al publicar en el diario The New York Times que la fuerza será desplegada específicamente en áreas rurales.

Alejandro Hope, analista de seguridad y ex funcionario del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), la oficina de inteligencia de México, describió la gendarmería como un plan a medias. Indicó que esto podría debilitar a las fuerzas armadas si se retiran a los militares más capacitados y advirtió contra sacar los elementos de seguridad de las áreas urbanas violentas donde más se necesitan, en particular en los estados fronterizos tan problemáticos como Coahuila y Tamaulipas.

"¿Quién patrullará las calles de Nuevo Laredo o Torreón?", dijo Hope. "Creo que no han pensado a fondo su posición".

Peña Nieto también dice que quiere aumentar el gasto en seguridad y prácticamente duplicar las filas de la policía federal en 35.000 oficiales, siguiendo con la estrategia de Calderón de crecer la fuerza nacional y utilizarla en lugares donde la policía local es débil o corrupta.

También desea consolidar a miles de fuerzas de policía locales que son notoriamente inefectivas con las 31 fuerzas estatales, otra idea propuesta pero sólo completada en parte con Calderón.

La similitud de los planes anunciados por Peña Nieto con los de su antecesor ha alimentado las dudas.

"Estoy más y más convencido de que ellos realmente no tienen un borrador", dijo Eric Olson, director asociado del Instituto México en el Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, en Washington.

El historial de Peña Nieto como gobernador en el estado de México, adyacente a la capital del país, también apunta a la probabilidad de que continúe la lucha nacional contra las drogas. En su mandato hubo una agresiva política contra el crimen organizado, pero sin resultados importantes en el número de crímenes violentos.

En una decisión vista como un gesto para asegurar a Estados Unidos su compromiso en la lucha contra las drogas, Peña Nieto contrató al general retirado Oscar Naranjo, el respetado ex director de la policía nacional de Colombia, como asesor externo para su gabinete de seguridad que todavía tiene que ser nombrado.

Sin embargo, Naranjo no ha ofrecido pistas de las propuestas que tiene para México, y eso ha provocado escepticismo sobre si desde afuera será capaz de influenciar en las decisiones al gabinete y la cadena militar de mando.

"Naranjo no va a desempeñar un papel importante. Es un ardid publicitario", dijo Hope. Él va a escribir un par de artículos y dar un par de conferencias".

Un freno para el poder de Peña Nieto va a ser su inesperadamente pequeño margen de triunfo, que le dio apenas 38% de los votos - una ventaja de menos de siete puntos sobre Andrés Manuel López Obrador. Además, el PRI no va a tener mayoría en ninguna de las dos cámaras del Congreso.

Una situación similar obstaculizó la capacidad de Calderón de conseguir aprobación legislativa para sus propuestas reformas estructurales de las agencias del orden en México. Pero algunos expertos piensan que las habilidades políticas de Peña Nieto le van a permitir conseguir algunos cambios.

"Él tiene habilidades de las que carece Calderón. Tiene operativos de primera y es un operativo político de primera", dijo Luis Rubio, presidente del independiente Centro de Estudios del Desarrollo.

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