‘Ches’ mexicanos

Influencia evidente, trascendencia real. Los argentinos han formado parte protagónica del futbol mexicano. Unos malos, unos buenos y otros inolvidables. Hace más de 50 años, Don Nacho Trelles utilizó a Carlos Lara en la Selección Nacional. El “Charro”, goleador del Zacatepec, se naturalizó mexicano y jugó previo a la Copa del Mundo del 62’, Eliminatorias y amistosos, aunque una lesión le impidió vestir la casaca nacional ya en el gran certamen en territorio chileno. En esa misma etapa, el mismo Trelles hizo pareja en la banca de nuestro representativo con Alejandro Scopelli. El “Conejo” había brillado como jugador representando a la Argentina de 1930, y se sentó en la banca mexicana de 1962 (al mando del equipo que según los decanos fue considerado el mejor hasta ese momento). Muchos pamperos dejaron huella: El mejor portero extranjero de nuestra Liga, Miguel Marín, cancerberos de época como Héctor Miguel Zelada, Ricardo Ferrero, Hernán Cristante o Ángel David Comizzo. El defensa más temido, Miguel Ángel Cornero. El líder Tigre, Oswaldo Batocletti. El Capitán Monarca, Darío Franco. Jugadores de campo brillantes como José Luis Ceballos, Jorge Davino, Rubén Omar Romano, Daniel Alberto Brailowsky o Antonio Mohamed. En el 2002, Javier Aguirre dio un giro a esta relevancia. Decidió que Gabriel Caballero se convirtiera en el primer “naturalizado” en jugar un Mundial con México, lo que trajo críticas y polémicas pero dio pie a que en las siguientes dos ediciones la influencia argentino-mexicana viviera su punto más alto. Esta última semana, se dio el retiro de dos de los más importantes. Dos que –para gusto o disgusto de algunos- permanecerán en los libros y en las anécdotas de nuestro balompié. Guillermo Franco fue Campeón en su país con el San Lorenzo de Almagro. Llegó a México con el Monterrey para convertirse en el quinto máximo goleador de su historia, y bajo el mando de Daniel Pasarella se coronó en el 2003. El “Guille” se ganó el cariño y respeto de la afición regiomontana, se naturalizó mexicano y en el 2004 debutó con el Tricolor para formar parte de una experiencia inolvidable. Dos Mundiales consecutivos, 7 partidos en los que superó por participación y presencia a figuras importantes de otros tiempos como Ignacio Calderón, Nacho Flores, Alfredo Tena, Fernando Quirarte, Tomás Boy, Benjamín Galindo o Carlos Hermosillo. Se vio involucrado en una fuerte controversia cuando el “Vasco” lo prefirió por encima del “Chicharito” en Sudáfrica 2010 siendo que venía de una lesión sufrida días antes en un juego amistoso frente a Inglaterra. Después, las agresiones a su familia de un “político” desquiciado en el palco del Soccer City -tras la descalificación azteca en Johannesburgo-. Vergonzoso incidente que manchó seriamente la relación Guille-Tri. Por supuesto que a todos nos hubiera gustado verlo festejar muchos goles, pero creo que nadie podría dudar de la honestidad con la que defendió nuestra camiseta. Un tipo intachable dentro y fuera del terreno de juego, al que hasta la fecha le tiembla la voz y se le humedecen los ojos cada que se le pregunta sobre su sentimiento por defender a México en la cancha. Del otro lado, está un personaje polémico y explosivo por naturaleza, que se ha ganado mayor respeto que simpatía pero del que todos sabemos la verdadera conexión con el país azteca. Ricardo Antonio Lavolpe llegó a México para brillar como arquero aunque terminó pesando mucho más como entrenador. Polémico, bravucón y apasionado, es el prototipo de la obsesión por las variantes y aplicaciones tácticas. Inventa, reinventa y ejecuta. Pelea, maldice pero se entrega de corazón. Es un verdadero “loco” del futbol. Muchos dicen que México cambió cuando Menotti dirigió al Tricolor, argumentando que cambió la mentalidad. Yo –aunque no minimizo lo motivante que pudo ser la presencia del “Flaco”- prefiero subrayar el impecable trabajo de Miguel Mejía Barón como bujía del paso al frente que se dio en el Tricolor entre 1993 y 1995). Y si hablamos de crédito a un técnico extranjero (aunque hecho en casa) se lo daría mejor a Lavolpe. Dejando a un lado sus pleitos y controversias. El “Bigotón” ha sido un parte aguas en nuestra Liga. Su forma de hacer jugar y de ver el futbol revolucionaron tácticamente a sus equipos y a los de otros. Ganó poco -en títulos- pero mucho -en afición-. A pesar de sus enemistades, yo no conozco a nadie que deje de alabar su entrega, calidad y profesionalismo (ni siquiera sus más feroces “enemigos”). Ha habido de todo en el análisis a posteriori de argentinos (jugadores, técnicos y preparadores físicos) en nuestro territorio. Yo a estos dos en lo particular les agradezco su aportación real. De Lavolpe, primero, espero se recupere de salud (que siempre será lo más importante) y después que revise la manera de mantenerse aportando en nuestro balompié (no me imagino al futbol mexicano sin este apasionado cascarrabias), y del Guille, me encantaría que regrese a triunfar como lo hizo como delantero, para borrar un trago amargo que nunca merecieron ni él ni su familia, ni tampoco su afición. Mi agradecimiento a estos dos “Ches”, que por decisión propia y por aceptación general, dejaron un pedazo de corazón en nuestro país, destacando en el deporte que más nos importa.

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